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Épocas indígenas en Venezuela
Los primeros habitantes de América procedieron de Asia, según demuestran
evidencias genéticas, lingüísticas, osteológicas y odontológicas.
El poblamiento inicial se dio en varias oleadas. La primera de ellas se
difundió desde el estrecho de Behring hasta el extremo meridional de
Sudamérica, en un largo proceso migratorio y de adaptación a nuevos
ambientes naturales. Sigue siendo controversia la fecha de entrada al
continente de esta migración: según diversos especialistas, oscila entre
40.000 y 20.000 años. La antigüedad del hombre en Venezuela se estima de
unos 20.000 años, aunque las fechas radiocarbónicas asociadas a los
primeros habitantes (conocidos como Paleo-Indios) datan de 16.000 años
a.C.
Estos cazadores de herbívoros gigantes hoy extintos, como el mastodonte
y el megaterio, lograban sus presas con artefactos líticos
rudimentarios. Además, trabajaban la madera, la fibra, el hueso, el
cuero y la concha. Los yacimientos que dan testimonio de los primeros
pobladores de Venezuela son: El Jobo, Muaco y Taima-Taima en Falcón,
Manzanillo en Zulia, El Vano en Lara, y Tukupén en Bolívar.
Alrededor de 5.000 a.C. ocurrieron cambios climáticos notables en el
norte de Sudamérica y, como consecuencia de ello, la megafauna
probablemente se extinguió y el hombre se vio forzado a buscar otras
fuentes de alimentación. La nueva vida se marca en la llamada época Meso-India.
En ella se dieron diversas formas de subsistencia, de las cuales la
modalidad mejor conocida corresponde a los pescadores, recolectores y
navegantes costeños, cuyo testimonio de existencia se ha encontrado en
inmensos concheros a lo largo de la costa, en especial en Sucre
(Guayana) y Falcón (El Heneal). Además de los restos de desperdicios de
concha, se encuentra allí una industria lítica de piedra pulida (como
hachas y martillos), y de concha, como las gubias o vaciadores de canoas
monóxilas para la navegación, hechas de botutos, Strombus gigas. Los
navegantes costeños de este periodo eventualmente se familiarizaron con
el mar Caribe y lo fueron poblando paulatinamente.
La siguiente época en la arqueología venezolana y del Caribe se conoce
como Neo-India. Se caracterizó en líneas generales por la adopción de un
sistema agrícola eficiente, lo cual permitió el establecimiento de
comunidades permanentes, cuya subsistencia se basó principalmente en las
plantas cultivadas como la yuca, el maíz y otros productos tropicales,
complementada con la pesca, la recolección y la caza de animales
salvajes, un modo de vida que caracteriza aún a algunas poblaciones
indígenas.
Esta época está bien documentada en la arqueología venezolana y data de
unos 1.500 años a.C. La evidencia más visible de su presencia es el
hallazgo de gran cantidad de restos de cerámicas, abundantes en todo el
territorio nacional. Además de cerámica, la época Neo-India también se
distingue por la aparición de sistemas agrícolas sofisticados (campos
drenados), irrigación, construcciones artificiales de tierra y piedra
que denotan una arquitectura incipiente, y restos de objetos asociados a
actividades mágico-religiosas. Fueron las sociedades que los
conquistadores europeos encontraron en el momento de su llegada, las
cuales podían variar desde grupos tribales igualitarios, pasando por
sociedades más nómadas dedicadas a la pesca y recolección, hasta
cacicazgos evolucionados.
Con la llegada de los europeos a fines del siglo XV se inicia la época
Indo-Hispana. Aquí se destaca el emplazamiento de Nueva Cádiz, en la
isla Cubagua, en el oriente venezolano, que fue la primera ciudad
española fundada en Sudamérica. Nueva Cádiz no sólo albergaba españoles
y esclavos indígenas, sino también esclavos traídos de África. Las
excavaciones arqueológicas han dejado al descubierto una serie de
ruinas, restos de casas, un monasterio, la iglesia, un convento,
esculturas de piedra y gran cantidad de artefactos de diversos
materiales, tanto españoles (mayólica y azulejos) como cerámica indígena
procedente de diversas áreas del Caribe. Cubagua, como tantos otros
sitios arqueológicos de Venezuela, ha sido saqueada en tiempos recientes
y urge una política seria y moderna que proteja este patrimonio,
herencia cultural de todos los venezolanos y americanos.
Las etnias indígenas en la actualidad
Para el momento del contacto europeo había una gran heterogeneidad de
etnias indígenas en el territorio que hoy es Venezuela. Muchas de estas
poblaciones desaparecieron por diversos motivos: exterminio, esclavitud,
guerras, reducciones, enfermedades y por asimilación a la población
global.
Según el censo de 1992, la población indígena venezolana alcanza el
número de 308.762 personas, agrupadas en 28 grupos étnicos. De éstos,
los guajiros o wayuu, estimados en 168.318 individuos, constituyen el
grupo más numeroso y representan el 53% de toda la población indígena
del país.
Las entidades con mayor población indígena son: Zulia (64%), Amazonas
(12%), Bolívar (11%), Delta Amacuro (7%). Además, hay grupos indígenas
en Anzoátegui, Apure, Monagas y Sucre. Generalmente viven dispersos para
aprovechar mejor los recursos de su hábitat y tradicionalmente han
mantenido zonas de reserva que permiten la regeneración de los suelos y
de la biota, costumbre practicada en particular por los grupos de la
selva tropical.
La mayoría de estas etnias se han adaptado parcialmente a la convivencia
con la población criolla occidental, aunque mantienen su identidad
étnica, el idioma, los valores culturales ancestrales. Conservan
extensiones variables de tierras originales, registran un perfil
demográfico positivo y gozan de niveles de salud aceptables, aunque a
veces precarios.
Muy diferente es el caso de aquellos indígenas que han sido atraídos a
ciudades como Maracaibo, Tucupita y Puerto Ayacucho, en donde, a pesar
de la ayuda más bien esporádica y/o improvisada de algunas agencias
gubernamentales y misioneros, viven en condiciones deplorables y
constituyen la población urbana más marginal.
Clasificación de las etnias indígenas en Venezuela
Según su filiación, los indígenas venezolanos pertenecen a las
siguientes familias lingüísticas:
ARAWAK:
Agrupa a los Guajiros o Wayuu (168.318 individuos), Paraujano o Añú
(17.437 individuos), Baré o Balé (1.520 individuos), Kurripako o Kúrrim
(2.806 individuos), Baniva o Banibas (l.150 individuos), Piapoko o Tsase
(1.331 individuos) y Warekena o Guarequena (409 individuos).
CARIBE
Formada por los Pemón (18.871 individuos), Kariña (11.141 individuos),
Yukpa (4.173 individuos), Yekuana o Maquiritare (4.408 individuos),
Panare o E'ñepa (3.133 individuos), Akawayo (807 individuos) y Yavarana
(318 individuos).
WARAO
O Guaraúnos (23.957 individuos).
YANOAMAMI
Que agrupa a los Yanomami (7.069 individuos) y a los Sanima (2.058
individuos).
GUAJIRO
O Hiwi (11.064 individuos).
PIAROA
O Wotuha (11.103 individuos).
YARURO
O Pumé (5.415 individuos).
CHIBCHA
Representado en Venezuela por los Barí, que son los mal llamados
"motilones bravos" (1.520 individuos); Puinave (773 individuos) y Jodi
(643 individuos).
Situación actual de los principales grupos indígenas
Son pocas las etnias con poblaciones por encima de 5.000 personas:
GUAJIRO O WAYUU:
Llevaban una vida nómada y después del contacto europeo adoptaron el
pastoreo de ganado. En la actualidad también son agricultores,
comerciantes y, algunos, profesionales. Se han destacado por sus finas
artesanías, sobre todo el tejido de chinchorros y tapices.
WARAO:
Autodenominación que significa "gente de canoa", ya que son muy diestros
navegantes. Es el segundo grupo indígena más numeroso entre la población
venezolana. Aquellos que han tenido que ubicarse en Tucupita se han
visto sometidos a rápidos e intensos cambios, mientras que los del Delta
Central conservan relativamente su cultura tradicional. El almidón o la
"yuruma" de la palma moriche, constituía tradicionalmente el alimento
básico de estos indígenas. Desde los años 40 adoptaron como forma de
subsistencia la siembra de conuco para el autoconsumo y posteriormente
del arroz para la venta.
PEMÓN:
Se han subdividido en tres agrupaciones: Arekuna, Kamarakoto y Taurepán.
Su subsistencia se basa en la agricultura de tala y quema, la pesca, la
caza y, en menor grado, la recolección de frutos silvestres e insectos.
Recientemente han adoptado la explotación de algunos animales. Desde
siempre han sido comerciantes entre sí y con otras tribus; se han
involucrado en actividades de minería y turismo.
YANOMAMI:
También conocidos como Guaicas o Guaharibos. Alcanzan una población
total de unos 21.000 habitantes, de los cuales 15.012 están en Venezuela
y el resto en Brasil. Es una de las sociedades indígenas más numerosas y
menos transculturizadas de la región del Amazonas. Su dieta depende del
conuco (79,4%) y además recolectan frutos, tubérculos, miel, insectos;
pescan y cazan. En los últimos años se ha realizado una brutal invasión
de su territorio por parte de la actividad minera, lo cual les ha
llevado enfermedades que han diezmado a la población y han puesto en
peligro no sólo su modo de vida ancestral, sino también su supervivencia
física.
GUAJIBO O HIWI:
En la mayoría de los casos son inmigrantes recientes de la región del
Vichada de Colombia. Poseen tres modalidades de subsistencia: el cultivo
seminómada y estacional, el cultivo sedentario en poblados y la caza y
recolección nómada. Su integridad como grupo está severamente amenazada
al ser absorbidos por la economía criolla, que lleva a la desaparición
de las alternativas tradicionales de subsistencia. Los que habitan
centros urbanos carecen de buena salud, viven en condiciones de
inferioridad social y son pobres y explotados.
PIAROA O WÓTUHA:
Basan su subsistencia en la horticultura de tala y quema, la caza, la
recolección y la pesca. La yuca amarga es su alimento básico. Desde el
punto de vista antropológico, destaca su fiesta tradicional, "warime",
con la que celebran las buenas cosechas y los matrimonios. En ella
utilizan vistosas máscaras, hoy en día vendidas comercialmente con fines
turísticos.
KARIÑA:
Basan su subsistencia en el conuco y para ello aprovechan al máximo las
tierras húmedas de los morichales, los cuales no sólo permiten una alta
productividad, sino además aseguran la cacería. Han sufrido sustanciales
cambios debido a la explotación petrolera en su territorio y, aunque
conservan parte muy reducida de sus tierras ancestrales, en cambio, sus
tradiciones, su cosmovisión y su organización social se han visto
mermadas. De hecho, están perdiendo su idioma y se sienten atropellados
por la sociedad global.
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